Cumple un año aislada y subalimentada. Psiquiatra que la conoce, al igual que a Ortega-Murillo, apela a presidente de México que abogue por su libertad.
La excomandante sandinista, Dora María Téllez, que cumplirá este lunes 13 de junio, un año detenida en el penal el Chipote, en Managua, no alcanza a ver el borde de sus pies. Y no es porque le falle hasta ese punto la vista, sino porque la celda de aislamiento donde está recluida permanece en penumbras las 24 horas del día.
Vivir a oscuras en un pequeño calabozo, con exiguas raciones de comida, con una anemia que le produce manchas blancas en los brazos y sin atención médica adecuada no es lo peor para esta exguerrillera que, como ministra de Salud de Nicaragua, en los ochenta, fue pionera en América Latina en la ejecución de políticas de género en una región profundamente machista.
La peor de todas sus carencias en prisión es que sus carceleros la hayan despojado de una pasión: la lectura. Ella, desde niña, leía literatura, poesía, historia, filosofía y política. Hoy sus custodios le confiscan los libros que le envían sus familiares y amigos. La orden es mantenerla aislada del mundo.
En los círculos de familiares de presos políticos nicaragüenses se sabe que Dora María ha perdido mucho peso, que está muy demacrada y que un médico de la prisión le prescribió un ungüento, Meladinina, para tratarse las manchas en la piel, lo que solo le empeoró el brote. La Policía la interroga casi a diario. Ella dice ser defensora de los derechos humanos y guarda silencio.
Quienes tienen a Dora María allí, en el Chipote, sometida a un régimen carcelario brutal, son su antiguo compañero de armas y actual presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y la esposa de éste, la vicepresidenta Rosario Murillo, considerada la mano que mueve los hilos del poder.
La crueldad excesiva con que esta cuestionada pareja gobernante ha tratado a Dora María y a los 182 presos políticos más que hay en Nicaragua los convierte en “responsables de crímenes de lesa humanidad”, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
El psiquiatra Ignacio Maldonado, quien conoció a Dora María Téllez y al matrimonio Ortega-Murillo en la Nicaragua de los ochenta, está muy preocupado por la situación que vive la excomandante guerrillera y por el hecho de que sus carceleros sean Daniel y Rosario, dos “psicóticos”.
“Veo en Daniel y Rosario un gran cambio con respecto a lo que eran antes. Lo que hacen hoy me parece siniestro. Daniel está revelando una personalidad cada día más psicopática y narcisista, completamente centrada en sí mismo, y es muy probable que haya un vínculo patológico en la pareja y que los dos se retroalimenten esa hambre de poder desmedido y la psicopatía que tienen”, dice Maldonado en entrevista.
Maldonado, quien estudió psiquiatría en su natal Argentina y se exilió en México en los setenta, tuvo estrecho contacto en esa época con revolucionarios centroamericanos que habían hecho de la capital mexicana un punto de encuentro al amparo de los gobiernos priistas de esos años.
Entre 1975 y 1976 Téllez vivió en México en espera de un viaje a Cuba para recibir instrucción militar y un curso de cirugía de combate.
Ella había hecho tres años de la carrera de medicina en la ciudad de León, pero abandonó los estudios cuando se convenció de que era mejor combatir las causas, y no los síntomas, de la debacle de la salud pública en un país sometido por la dictadura de Anastasio Somoza.
Maldonado recuerda que cuando ella explicaba por qué dejó la carrera de medicina, decía que en sus prácticas en un consultorio atendía a niños con desnutrición severa, pero no podía curarlos. Eran víctimas de la miseria y de la insensibilidad social de la dictadura, y era a ésta a la que había que combatir.
En la universidad ingresó al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y el 22 de agosto de 1978, a los 22 aiios, fue la Comandante Dos (el Cero fue Edén Pastora y el Uno, Hugo Torres) de la toma del Palacio Nacional, donde sesionaba el Congreso, por parte de un comando de 25 guerrilleros que logró la liberación de 50 presos políticos sandinistas y el pago de un rescate de 500 000 dólares para luego volar a Panamá y Venezuela.
Tras el triunfo de la revolución sandinista, el 19 de julio de 1979, Dora María asumió como ministra de Salud, cargo en el que fue asesorada por el equipo de salud mental México-Nicaragua que coordinaban el doctor Ignacio Maldonado y las también psiquiatras Sylvia Bermann y Marie Langer.
Maldonado cuenta que ella era una ministra muy joven, de unos 25 años, ‘se había leído todo lo que uno puede leer a esa edad’, era sagaz, perceptiva, muy inteligente, con un claro compromiso secial y muy visionaria en temas como la protección a la mujer, los niños y la familia. Le pidió al equipo ayudarla a diseñar políticas contn la violencia intrafamiliar y el machismo “con un enfoque preventivo y, desde luego, feminista”.
Y esos temas, dice el psiquiatra mexicano-argentino, eran muy de avanzada en esa época, lo que le llamó poderosamente la atención.
“Nuestra colaboración con el gobierno sandinista duró todos los ochenta —señala Maldonado— y el contacto con ella fue siempre fundamental porque entendía perfectamente la problemática de salud mental y, además, tenía una enorme habilidad para que las cosas se pusieran en marcha”.
El papel de México
Como perseguido por la dictadura militar argentina de los setenta, como exiliado político y como admirador de las cualidades humanas y el compromiso social de Téllez, Maldonado considera que el gobierno mexicano debe interceder ante Ortega para liberar a la excomandante guerrillera.
El psiquiatra, que ha atendido como terapeuta en el Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia a decenas de víctimas de la violencia, hace un llamado al presidente Andrés Manuel López Obrador para que, en la línea de la tradición mexicana de proteger a los perseguidos políticos, se ocupe del caso de Dora María y, a través de ella, de los presos políticos en Nicaragua que ha verificado la Alta Comisionada de las Naciones Unidas pars los Derechos Humanos (OACNUDH), Michelle Bachelet
“Le pido al presidente interceder ante Nicaragua para liberar a Dora María, por el deterioro de su salud y por lo que representa. Es una figura paradigmática de la revolución sandinista y de la lucha contra los autoritarismos”, señala Maldonado.
Bachelet indicó recientemente que ha demandado a las autoridades nicaragüenses “que liberen a los presos políticos”. Maldonado insta a López Obrador a apoyar la demanda de Bachelet y a pedir la liberación de Dora María y de los presos políticos que ha constatado la OACNUDH.
Disidente del autoritarismo
En los años de la revolución y del primer gobiemo sandinista, Dora María fue cercana a Ortega. Ellos dos, junto con el hermano de Daniel, Humberto, encabezaban la corriente “tercerista” del FSLN, que proponía extender la guerra a las ciudades y mediaba entre las otras dos factions: Guerra Popular Prolongada y Tendencia Proletaria.
Daniel Ortega, uno de los nueve comandantes del FSLN, fue el coordinador de la Junta de Gobierno formada tras el derrocamiento de Somoza y después fue presidente de Nicaragua entre 1985 y 1990.
Muchos de quienes conocieron a Daniel Ortega en los ochenta intuían la deriva autoritaria que habia de tomar el comandante sandinista tras perder las elecciones presidenciales de 1990, ante la opositora Violeta Chamorro.
“Yo le veía rasgos autoritarios -dice Maldonado-, los otros comandantes dialogaban, intercambiaban opiniones y él trataba de imponer”.
Ortega se tardó 17 años en volver a la presidencia. Lo hizo en enero de 2007, luego de apropiarse de las estructuras del FSLN y de expulsar a los excomandantes sandinistas que exigian democratizar la organización.
En 1995, tras estudiar Historia, Dora María fundó; junto con otros dirigentes, como Sergio Ramírez, el Movimiento Renovador Sandinista, lo que desató la furia de Ortega y Murillo.
Desde 2007 Ortega se ha mantenido en el poder con la ayuda de la Asamblea Nacional, el Poder Judicial y la Policía, que controla con mano de hierro y ha construido un regimen autocrático y represivo que cerró los espacios democráticos y que Dora María considera “una dictadura familiar”.
El regimen pareció colapsarse en abril de 2018, cuando estallaron en Nicaragua multitudinarias protestas contra Ortega, que fueron reprimidas con violencia por policías y paramilitares, que asesinaron a 355 personas.
Dora María Téllez fue una voz crítica e incisiva que repudió “la represión a punta de fusil y balas” del matrimonio Ortega-Murillo. La prensa internacional la destacó como una dirigente opositora carismática y valiente, que no teme a los dictadores y que, asi como luchó con un fusil contra Somoza, ahora luchaba con la palabra contra la poderosa pareja.
Dicen sus allegados que, más que Ortega, la que la puso en la mira fue Murillo, quien no le perdona ni sus críticas ni la sonoridad que estas alcanzan en Nicaragua y a nivel internacional, ni la solidaridad que la excomandante sandinista mostró en 1998 con Zoilamérica Nárvaez, quien denunció que Daniel, su padrastro, la violaba desde que ella tenia diez años.
El año pasado, semanas antes de ser detenida, Dora María reactivó el tema al afirmar que “esta sobre la mesa todavía la denuncia que puso Zoilamérica contra Daniel Ortega, frente a la cual Rosario Murillo (la madre de la joven) ha guardado silencio y ha apañado (protegido) a Daniel”.
Para Maldonado, la exministra de Salud del sandinismo es una pionera del feminismo en América Latina y una defensora de tiempo completo de los derechos de las mujeres. Nunca le ha temblado la voz para denunciar “a la dictadura” por encarcelar a centenares de mujeres y permitir que sean violadas, torturadas y abusadas sexualmente por policías y paramilitares.
Tellez fue detenida por la Policía el 13 de junio del año pasado junto con la dirigente politica Ana Margarita Vijil. En febrero pasado, en cuestionados juicios a los que sus abogados tuvieron acceso restringido, ambas fueron encontradas culpables de “conspirar pars cometer menoscabo a la integridad nacional”.
Vijil fue condenada a diez años prisión y Dora María a ocho. Ellas fueron dos de las víctimas de una ola de detenciones que desató el régimen en 2021 antes de las elecciones presidenciales de noviembre, en las que Ortega obtuvo un holgado triunfo con el que aseguró su tercera reelección consecutiva. Todos los precandidatos opositores -entre ellos Cristiana Chamorro, que encabezaba los sondeos-estaban, y siguen, en la cárcel.
Los Ortega-Murillo, dice Maldonado, han mostrado un manejo político vengativo, lo que predomina en ellos es la venganza, y han sido “muy ruines” con los presos políticos, que están siendo castigados “de una manera brutal”, en mazmorras similares a las de la dictadura somocista.
“Por qué ensañarse así con Dora María? -se pregunta el psiquiatra, y señala-: creo que es por lo que ella representa, porque propone democracia y respeto a los derechos humanos, por su feminismo. Todo esto no es tolerable para una persona como Daniel Ortega, que es un revolucionario fracasado”.
En cambio, agrega, Dora María Téllez “es una persona con muchos talentos en la que reconozco los rasgos más sanos de un proceso revolucionario en el que ella participó con un enorme nivel de solidaridad y de empatía con el ser humano”.
FUENTE: Rafael Croda | Revista Proceso, México