El escrutinio en Nevada elimina la ventaja del republicano Adam Laxalt, con lo que el partido de Biden puede no necesitar el desempate en Georgia
Los demócratas acarician el control del Senado con la punta de los dedos. Se han apuntado Arizona, con lo que tienen ya 49 senadores, y este viernes por la noche han dado un importante salto en Nevada con el que Catherine Cortez Masto ha neutralizado de golpe prácticamente toda la ventaja que le llevaba el republicano Adam Laxalt. Si los demócratas consiguen Nevada ni siquiera tendrán que esperar a la segunda vuelta de Georgia para retener el control del Senado. Tras la derrota de Arizona, Donald Trump ha pedido que se repitan las elecciones.
Laxalt llevaba una ventaja de aproximadamente un punto a Cortez Masto con el escrutinio de los votos presenciales, pero han empezado a procesarse los votos por correo y, como se esperaba, han favorecido a la demócrata. Tras los datos publicados este viernes, la igualdad es máxima, de un 48,5% a un 48,4%. El republicano aún se mantiene por delante, con 459.494 votos, pero la demócrata ya tiene 458.696, es decir, una diferencia de apenas 800 votos.
La mayor parte de los votos por correo corresponden al condado de Clark, donde está Las Vegas y donde los demócratas han cimentado sus victorias en el Estado de Nevada. En el voto presencial, Cortez Masto iba ganando en ese condado por 51%-46%, pero en el escrutinio de votos por correo que se ha publicado este viernes, su ventaja ha sido mucho mayor, de 63% a 33%.
En general, los votantes demócratas suelen preferir el voto por correo en mayor medida que los republicanos. Quedan aún unas 68.000 papeletas por procesar y corresponden a voto por correo. A la demócrata le bastaría lograr el 51% para proclamarse vencedora. Los expertos ahora mismo lo ven como muy probable, pero hasta que no se cuenten los votos, cualquier conclusión es apresurada.
Nevada era visto como el eslabón más débil de la cadena demócrata. Por eso para el partido de Joe Biden era tan importante conquistar el puesto por senador de Pensilvania, lo que ha logrado gracias a la victoria del izquierdista John Fetterman frente a Mehmet Oz, el famoso médico televisivo conocido como Doctor Oz. La prensa estadounidense ha publicado que Donald Trump está furioso con su mujer, Melania Trump, por habérselo recomendado, pero el expresidente lo ha negado. Oz ganó las primarias republicanas por un mínimo margen gracias al apoyo de Trump, eliminando de la carrera a un candidato que probablemente habría tenido más opciones el 8 de noviembre, pero que no asumía el bulo de que a Trump le robaron las elecciones de 2020. El propio Doctor Oz se apartó luego de esa mentira, lo que Trump considera que fue “su error”.
En Arizona los demócratas eran favoritos, según las encuestas, pero por un margen estrecho que, unido al lento recuento, ha aumentado el suspense. En el Estado quedan cientos de miles de votos por contar y es posible que el escrutinio se extienda a lo largo de la próxima semana, pero la ventaja del demócrata Mark Kelly ya es insalvable. Tiene un 51,8% de los votos, una ventaja de 5,7 puntos (unos 124.000 sufragios) sobre el republicano Blake Masters, otro de los polémicos candidatos aupados por Donald Trump que han decepcionado las expectativas en estas elecciones. Fiel al trumpismo, tras ver que los votos le daban la espalda, Masters se ha dedicado a sembrar dudas sobre la limpieza del proceso sin base alguna en una entrevista en la cadena conservadora Fox. Trump, como siempre, ha sido más contundente: “Funcionarios idiotas, y posiblemente corruptos, han perdido el control de las elecciones contaminadas en Arizona. MÁQUINAS ROTAS EN LAS ZONAS REPUBLICANAS. ¡SE DEBE CONVOCAR UNA NUEVA ELECCIÓN INMEDIATAMENTE!”, ha escrito en su red, Truth Social, de nuevo sin base.
Los mágicos 50
Si los demócratas logran apuntarse esos dos senadores, llegarán a la cifra mágica de 50, la mitad de los 100 senadores. Para el partido de Joe Biden eso es suficiente, porque en caso de igualdad en las votaciones el empate lo deshace la vicepresidenta, Kamala Harris.
Con 50 senadores, la segunda vuelta de Georgia, donde al no haber superado ningún candidato el 50% se va a un desempate, perdería trascendencia. El demócrata Raphael Warnock y el republicano Herschel Walker se enfrentarán de nuevo en las urnas el 6 de diciembre, pero sin el drama que se esperaba. Aun así, ese escaño seguiría siendo importante. Un senador más de los que tenía hasta ahora no solo pondría a Biden en el reducido grupo de los presidentes que han logrado mejorar su resultado en la Cámara Alta en unas elecciones de mitad de mandato, sino que le concedería una mayoría más cómoda en la que podría permitirse prescindir del voto de su senador más díscolo, Joe Manchin, en las votaciones en que quiera desmarcarse del grupo.
Desde el principio, todo apuntaba a que el que lograse la victoria en dos de los tres Estados clave (Pensilvania, Nevada y Georgia) se quedaría con el control del Senado y eso parece confirmarse. Los demócratas New Hampshire y Arizona solo peligraban en caso de que se hiciera realidad el pronóstico de Trump de una “gigantesca ola roja”, por el color del Partido Republicano, lo que no ha sucedido.
Lo que parece complicado para los demócratas es mantener la mayoría en la Cámara de Representantes, pero que cuatro días después de la votación no sea aún imposible ya es todo un logro. Se confirma el mejor resultado en unas elecciones de mitad de mandato desde las de 2002 con George W. Bush, muy marcadas por la resaca del trauma nacional que supusieron los atentados del 11 de septiembre.