La desaparición habría pasado más desapercibida si no hubiera coincidido en medio de una ajetreada agenda diplomática en Pekín
Un ministro chino importante, el de Relaciones Exteriores, acostumbrado a salir al ruedo mediático varias veces por semana, desaparece de repente de todos los focos, coincidiendo además con un maratón diplomático en julio. Nadie sabe dónde está o el porqué de su ausencia, que ya dura casi un mes. Pero cualquier nota misteriosa que sale de Pekín, donde la información interna, aparte de pasar muchos filtros, está sometida a un hermetismo extremo, es munición para que desde fuera de China salten todo tipo de teorías sobre el fatal -o no- destino de uno de los hombres fuertes de esta superpotencia mundial nada acostumbrada a dar explicaciones.
Mientras que la prensa de casa, siempre al servicio de la censura estatal, guarda silencio, analistas y medios extranjeros, sobre todo anglosajones, que inflan a menudo los rumores que dan vueltas sobre el gigante asiático, llevan una semana abriendo decenas de crónicas con la misma pregunta: ¿Dónde está Qin Gan?
Dentro de China saltaron los primeros comentarios de que el ministro podía haber tenido una aventura extramatrimonial con una conocida presentadora de televisión, y que igual eso había tenido algo que ver en su desaparición. Este es el rumor con más tirón en las páginas de color rosa. También en Weibo, el hermano chino de Twitter. Y mirando en Baidu, el equivalente a Google, un análisis de Reuters señala que la búsqueda de «Qin Gang» ha crecido más de un 5.000% en la última semana.
En los círculos políticos de Pekín son habituales las conversaciones sobre las amantes que rondan a la élite del gobernante Partido Comunista (PCCh), que siempre ha sido un club exclusivo de hombres casados y mayores de 55 años. El partido no pena el adulterio, pero deja claro a sus miembros que no pueden «tener relaciones sexuales inapropiadas con otras personas».
MOTIVOS DE SALUD
La versión que ha dado el régimen es que la ausencia continuada del ministro en bastantes reuniones de alto nivel se debe a motivos de salud, sin especificar nada más en concreto. Ese pequeño apunte -sin que se tratara como una declaración oficial- sobre la salud lo soltó el 11 de julio una portavoz de Exteriores durante una rueda de prensa, pero su declaración ni siquiera apareció en la transcripción diaria que hace el ministerio de las comparecencias de sus voceros.
Lo cierto es que no es nada nuevo que en China salgan repentinamente del ojo público figuras destacadas de la política. Algunas reaparecen al cabo de un tiempo sin dar ninguna explicación. Otras, en cambio, caen en el pozo de las habituales purgas que llevan una década siendo un pilar fundamental en la campaña contra la corrupción del presidente Xi Jinping.
Pero el caso de Qin Gan (57 años) es bastante peculiar por el momento y contexto que rodea su desaparición. Fue visto en público por última vez cuando se reunió con altos diplomáticos de Rusia, Vietnam y Sri Lanka el 25 de junio. Después de esa fecha, el ministro de Exteriores de China no volvió a aparecer en la foto. Casi un mes de ausencia que probablemente habría pasado más desapercibida si no hubiera coincidido en medio de una ajetreada agenda diplomática en Pekín. Ahí del bombo que se le ha dado a la noticia.
Qin se perdió una reunión programada con el jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell. No apareció durante las importantes visitas a China de la secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, y del enviado climático de Washington, John Kerry. Tampoco asistió a un encuentro en Yakarta, la capital de Indonesia, donde lo esperaban para una cumbre con representantes de países del Sudeste Asiático. Ni estuvo en la recepción con honores que el Gobierno chino brindó hace unos días al estadounidense Henry Kissinger.
A principios de semana, el Departamento de Estado de EEUU aseguró que desde la parte china les habían dicho que Qin estaba «lidiando con problemas de salud» y que por ello había sido el superior del ministro, el jefe de política exterior Wang Yi, quien lo reemplazó en una reunión con el secretario de Estado Antony Blinken celebrada el 13 de julio.
El viernes, funcionarios estadounidenses dijeron al Washington Post que, en un principio, pensaron que Qin estaba convaleciente por Covid, pero que ahora dan credibilidad a los rumores sobre la polémica por la supuesta aventura con una periodista (Fu Xiaotian, presentadora de un programa en una cadena de Hong Kong) o incluso que haya podido ser «víctima de luchas internas dentro de la camarilla de liderazgo superior de China».
El perfil de Qin sobresale en Pekín porque ha sido uno de los escuderos habituales de Xi Jinping, con quien mantuvo un contacto muy cercano sobre todo durante la etapa de Qin (2014 a 2017) como jefe de protocolo diplomático. Era el hacedor de los discursos del presidente en los grandes foros internacionales.
En noviembre de 2022 fue nombrado ministro de Exteriores. También fue ascendido a miembro del Comité Central, el órgano dirigente del PCCh. Apenas un año antes, el presidente lo envió a Estados Unidos como embajador en Washington en medio de las relaciones más tensas que se recuerdan entre las dos principales potencias mundiales. Cuando fue citado de nuevo por Pekín para ponerse al frente de la cancillería, los analistas coincidieron en que su nombramiento era un esfuerzo del Gobierno chino para tratar de estabilizar las relaciones con Washington.