En el año 2002, el semanario británico “The Economist”, acuñó el vocablo “gastrodiplomacia” para describir la iniciativa que el Gobierno tailandés había impulsado ese mismo año y cuya finalidad principal consistía en seducir al mundo a través de la rica y variada gastronomía tailandesa. Tras el éxito en Tailandia, varios países han seguido con estas acciones gastronómicas fuera de sus fronteras para reforzar la imagen y la marca país, aumentar las exportaciones e impulsar las relaciones internacionales.
Sam Chapple-Sokol, un referente en la investigación de este fenómeno social hace una diferenciación entre la diplomacia culinaria y la gastrodiplomacia; mientras que la primera es de Estado a Estado, por ser bidireccional, como son las cenas o almuerzos de Estado, la gastrodiplomacia está orientada desde el Estado a los ciudadanos.
Tailandia fue pionero en apostar por esta estrategia a través del ambicioso programa “Global Thai”, cuyo objetivo consistía en aumentar de 5500 hasta los 13000, el número de restaurantes tailandeses repartidos por todo el mundo, como una forma de introducirse en otros países y de mejorar el entendimiento entre culturas. El Gobierno tailandés apostó por la concesión de ayudas de financiación para la apertura de restaurantes en el extranjero, basadas en líneas de crédito a muy bajo interés para las exportaciones de productos tailandeses que posteriormente, serían consumidos por los clientes en estos restaurantes. Se facilitó la contratación de chefs tailandeses y además se creó el “Certificado de Calidad” para los restaurantes que cumplieran con unos excelentes estándares de calidad. Es decir, se puso en marcha una acción muy sutil de persuasión para impulsar el poder de un país a través de su gastronomía y su cultura. Lo que se conoce en el lenguaje de las relaciones internacionales como “poder blando”.
El exitoso Global Thai ha servido para animar a otros países en Asia a mejorar su reputación en el extranjero a través de la gastronomía. Pongamos como ejemplo Corea del Sur, que en 2009 puso en marcha la campaña “Cocina coreana por el mundo”, con el objetivo de aumentar también el número de restaurantes surcoreanos en el extranjero y dar a conocer su cocina Hansik, cocina tradicional coreana, cuya técnica de fermentación consigue que muchos platos puedan ser consumidos durante periodos prolongados. La cocina coreana es tan rica en sabores como en nutrientes. Como novedad, los surcoreanos pusieron en marcha un programa de clases en las mejores escuelas de cocina del mundo, becas para estudiantes de cocina surcoreana, una gastroneta que ha recorrido 15 países para dar a conocer y degustar su cocina; e incluso la creación del Instituto Mundial de Kimchi (Seúl), para la investigación, el desarrollo y la innovación de este plato típico coreano, considerado como uno de los cinco platos más sanos del mundo y reconocido como patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad por la UNESCO.
Taiwán, Malasia, Japón y China, son otros de los países de la región que están apostando por la gastrodiplomacia para dar a conocer su cocina al mundo, incrementando los restaurantes en el extranjero y mejorando su imagen exterior. En el caso de Taiwán, organizando festivales gastronómicos en las principales capitales y aeropuertos del mundo. Por su parte, Japón ha impulsado también la apertura de restaurantes en el mundo, ha introducido el sushi a nivel mundial y ha enviado cocineros japoneses a enseñar estas técnicas en ciudades como Los Ángeles, Nueva York, París y Londres; en esta última ciudad ha abierto una escuela de cocina japonesa.
Muchos diplomáticos en EE. UU. afirman que la mayoría de las veces, son estos restaurantes de cocinas foráneas el único contacto que tienen los ciudadanos con otras culturas. A la notoriedad de Tailandia se han ido sumando otros muchos países, la mayoría de ellos en el sureste asiático, como Corea del Sur, Malasia, Taiwán y otros en Latinoamérica como Perú o Ecuador.
El país andino, ha sido uno de los que ha apostado decididamente por la gastrodiplomacia y que ya ha conseguido situar su cocina entre las mejores del mundo. En este país ha sido muy relevante el éxito de su política exterior a través del “poder blando”. Un país con una imagen muy deteriorada hace unos años en el exterior por las guerrillas y la inseguridad, ha visto mejorar su imagen, en parte gracias a este fenómeno social.
En una conferencia ofrecida en Madrid por Guillermo González Arica, embajador del Perú en Honduras (2013-2016), afirmaba que; “la gastrodiplomacia debe ser un nexo entre la gastronomía, la cultura y las relaciones”. El Perú, según reseña González Arica, consiguió ir más allá en Honduras, el propio chef de la Embajada tuvo rango de agregado culinario, tenía un programa de radio e impartió capacitación a 1500 hondureños, a quienes les mostró elaboraciones como el cebiche peruano fusionado con ingredientes hondureños. En otras palabras, una política exterior de bajo coste y con muy buenos resultados. Perú fue elegido en 2017 como mejor destino culinario del mundo por sexto año consecutivo.
Otros muchos países latinoamericanos y caribeños también tienen en la gastronomía un potencial para ejercer este poder blando en su política exterior, una forma de persuasión y atracción al mundo a través de los platos tradicionales: el sancocho o la bandera de República Dominicana, el ajiaco o la bandeja paisa de Colombia, los moros y cristianos de Cuba, las enchiladas y los chiles en nogada de México.
Además, se ha demostrado que; aprovechando con habilidad a la población expatriada y las embajadas,esta estrategia es muy eficaz, principalmente para los países con pocos recursos y que el apoyo de los Gobiernos favorecey dinamiza el sector privado.
JOSÉ MARÍA VALLEJO HERRERA
Profesor de la Escuela Superior de Gastronomía y Hostelería de Toledo. www.esght.com
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