Imagina por un momento lo que sentirías si, siendo madre, dieras a luz a cuatro hijos, uno tras otro, cada uno de los cuales muere cuando son bebés por causas naturales, en un lapso de 10 años.
Luego imagina que te acusen injustamente de asfixiarlos a todos y te condenen a 30 años de cárcel por cuatro crímenes terribles que no cometiste.
Este escenario podría ser cierto en el caso de Kathleen Folbigg, una madre australiana de la región de Hunter Valley, en Nueva Gales del Sur.
Calificada en su juicio en 2003 como «la peor asesina en serie femenina de Australia», Folbigg ya ha pasado casi 18 años en prisión después de ser declarada culpable del homicidio de su primogénito Caleb y del asesinato de sus tres hijos posteriores, Patrick, Sarah y Laura.
Pero ahora, nueva evidencia científica le está dando un inesperado vuelco a este caso.