La diputada brasileña Carla Zambelli, de 40 años, tiene ese descaro que tan atractivos hace a los nacionalpopulistas a ojos de millones de electores en todo el mundo.
Es una patriota, orgullosa derechista, conservadora, amante de las armas y monárquica en una república. Encarna la llamada política sin complejos, la guerra sin cuartel contra lo políticamente correcto, Lula da Silva y el Partido de los Trabajadores (PT), el comunismo… Pero, sobre todo, es la más fiel escudera de Jair Bolsonaro. Si alguna vez por convicción o cálculo político ha dudado de él, no ha trascendido. Su fidelidad acaba de ser premiada con un cargo en uno de los asuntos más sensibles en las relaciones exteriores brasileñas: presidenta de la comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados.