Prístinos, nítidos y totalmente blancos: los blancos en el tenis han sido una tradición que se remonta a siglos atrás. Su aspecto distintivo no sólo ha hecho que el deporte de la raqueta se destaque, sino que también se ha convertido en un pilar de la vestimenta fuera de las canchas.
Y aunque la mayoría de los grandes torneos han acabado con la uniformidad del blanco, Wimbledon, el primero de ellos, ha mantenido una política estricta al respecto (al igual que muchos clubes privados de todo el mundo). El prestigioso campeonato incluso tomó medidas drásticas hace una década, prohibiendo los acentos coloridos que se habían vuelto cada vez más comunes, un año después de que el ahora infame par de zapatillas con suela naranja de Roger Federer fuera prohibido después de su primera ronda en 2013.
Las reglas alguna vez exigían vestimenta «predominantemente blanca», lo que permitía a algunos competidores jugar con combinaciones de colores, como el tributo de Serena Williams a Wimbledon con fresas y crema en 2010. Pero la redacción cambió más tarde a «casi completamente blanco», según los organizadores: no blanquecino, ni paneles de color, ni combinaciones de colores diferentes en las zapatillas. La única flexibilización reciente de las reglas fue en 2023, para permitir que las mujeres usaran pantalones cortos de colores oscuros en la cancha luego de las críticas de que las reglas no se adaptaban a posibles filtraciones por menstruación.
Pero, ¿por qué los blancos en tenis se convirtieron en el estándar? Las razones que se citan a menudo son prácticas, desde el calor hasta el enmascaramiento del sudor. Pero el curador senior Kevin Jones del museo Fashion Institute of Design & Merchandising (FIDM) en Los Ángeles, quien organizó la reciente exposición itinerante «Sporting Fashion: Outdoor Girls 1800 – 1960», dijo que en realidad todo se reduce a una larga historia de clubes que imponen estatus social, y que comenzó cuando el tenis sobre césped se disparó en popularidad en la Inglaterra de la época victoriana como deporte de ocio, con la característica poco común para el momento de que se permitía que las mujeres lo practique.
«Es completamente elitista porque la ropa blanca es difícil de mantener», dijo Jones en una llamada telefónica con CNN. «Y los tipos de materiales con los que estaban hechos estos vestidos, que eran algodón y lino, se arrugaban fácilmente, por lo que mantenerlos bonitos y recién almidonados también era un aspecto de ese cuidado».
Desafiando las reglas
Por supuesto, el estilo del tenis ha cambiado drásticamente en un siglo y medio desde que se convirtió por primera vez en una sensación recreativa para la clase alta, recién salida del croquet (para el que utilizaba el mismo césped cuidadosamente recortado). La primera vestimenta de tenis se parecía más a la ropa informal del siglo XIX: las mujeres vestían prendas a rayas y estampadas con faldas largas, corsés y sombreros de ala ancha; los hombres se ponían pantalones de lana, camisas con botones o suéteres.
Debido a que los espectadores y los jugadores a menudo compartían estilos similares, la moda y el tenis han tenido un «intercambio mutuo a lo largo del tiempo, donde varias tendencias del tenis también se han filtrado en una cultura más amplia», dijo el periodista deportivo Ben Rothenberg, autor de «Tennis: The Stylish Life», así como de una biografía reciente sobre Naomi Osaka.
Eso ha sido más que evidente en los últimos meses, cuando Zendaya presentó una serie de looks de alfombra roja de alta costura inspirados en el tenis que coincidían con el drama dentro y fuera de la cancha de la película «Challengers», y recientemente, cuando se enfrentó a Federer en un «partido de tenis aéreo» para una campaña de la marca de ropa deportiva On. La estrecha alineación con la moda también ha llevado al éxito de marcas clásicas nacidas del tenis como Lacoste y Fred Perry, así como a nuevas innovaciones radicales en la moda introducidas en la cancha, como Elsa Schiaparelli vistiendo a la jugadora española Lilí de Álvarez con culottes, una falda dividida, para Wimbledon en 1931, ante la estupefacción de los espectadores.
Al igual que sucedió De Álvarez, los códigos de vestimenta en el tenis a menudo han cambiado después de un escándalo inicial. La jugadora francesa Suzanne Lenglen protagonizó uno de los primeros y más memorables casos, cuando en Wimbledon en 1919 abandonó los vestidos largos en capas y usó una falda más vaporosa hasta la pantorrilla y mangas más cortas. Lenglen, musa del diseñador Jean Patou, se convirtió en el primer ícono de la moda del tenis con su característico pañuelo en la cabeza y sus entonces provocativos dobladillos más cortos.
En los abiertos de Estados Unidos, Francia y Australia, los jugadores han cuestionado las definiciones de lo que puede ser la ropa de tenis gracias a reglas más flexibles (sujetas a la opinión de los árbitros). Ninguna lo ha hecho más que las hermanas Williams, con Serena luciendo un minifalda de mezclilla, tutús y siluetas tipo capa y el conjunto de encaje negro y rojo de Venus que suscitó comparaciones con la lencería.
Más recientemente, el uniforme Nike de Serena Williams se convirtió en el tema de conversación en el Abierto de Francia de 2018 cuando optó por un catsuit de compresión negro que no incluía la falda de tenis obligatoria. Aunque citó sus beneficios para la circulación luego de un grave susto de coágulos de sangre con el nacimiento de su hijo, el Abierto de Francia dijo que prohibiría el estilo en el futuro. Sin embargo, la Asociación de Tenis Femenino lo permitió formalmente y Williams continuó usando versiones del mono en los Abiertos de Australia de 2019 y 2021, normalizando el corte ágil y simplificado para la cancha de tenis.
«Me encanta usar faldas», dijo a CNN en abril mientras reflexionaba sobre la controversia. «Pero quería asegurarme de que mi sangre estuviera siempre circulando y había estado en una experiencia cercana a la muerte».
«Así que creo que debería haber habido… comprensión en torno a ese conjunto», añadió.
Distinciones de marca
La mayoría de los torneos de Grand Slam eliminaron las reglas de usar exclusivamente blanco hace décadas, probablemente en un intento por atraer a más espectadores en televisión y anunciantes en una era de mayor visibilidad para el deporte.
«El color es vital para llamar la atención y especialmente para que las empresas deportivas puedan anunciar sus logotipos y colores», explicó James.
Las marcas deportivas y de lujo se anuncian a través de la moda de múltiples maneras, desde vestir a jugadores estrella con piezas personalizadas hasta promocionar diseños comercializados entre los competidores.
Las restrictivas reglas de Wimbledon han sido «frustrantes» para las marcas que intentan vender sus colecciones en los torneos, dijo Rothenberg. Cuando Fila presentó las camisetas retro de Bjorn Borg en 2001, replicando las que usó la estrella del tenis durante su racha de cinco victorias consecutivas en Wimbledon de 1976 a 1980, los funcionarios de Wimbledon dijeron que ya no cumplían con las reglas. La decisión hizo que la marca deportiva «luchara» para conseguir camisetas nuevas para los jugadores que las usaban, explicó Rothenberg. Y, después de que se prohibieron los zapatos con suela naranja de Federer, Nike tuvo que actuar rápido para darle un giro a su breve aparición, publicitándolos como «One Match Wonders» en un anuncio impreso.
Para los jugadores, las infracciones más pequeñas han resultado controvertidas, y algunos de ellos se han negado rotundamente a seguir el juego, como lo hizo Andre Agassi entre 1988 y 1990, cuando boicoteó Wimbledon por completo. En 2017, a Jurij Rodionov le dijeron que se cambiara la ropa interior azul que asomaba por debajo de sus camisas, mientras que Sabine Lisicki dijo recientemente que a ella y a las mujeres a menudo se les pedía que cambiaran sus sujetadores de color piel.
Pero Rothenberg no ve que haya más indulgencia en el corto plazo por parte de quienes toman las decisiones en Wimbledon.
«Creo que Wimbledon ve sus anacronismos como una gran parte de su marca y su valor», explicó. «Wimbledon se ha aferrado a ello como una forma de ser diferente, y creo que en gran medida ha sido un éxito. No se parece a ningún otro torneo».
Ha habido críticas contra los grandes torneos cada vez que las jugadoras parecen verse afectadas desproporcionadamente por sus códigos de vestimenta, y aunque Rothenberg está de acuerdo, también señala que los estilos de las mujeres han sido más creativos. La ropa de tenis masculina se ha desviado menos de los pantalones cortos y los polos ligeros o las camisetas deportivas de manga corta desde que se introdujeron.
«Sin embargo, en los últimos 12 meses se ha acortado notablemente la longitud de los pantalones cortos de los hombres, sobre todo de los jugadores que se los han subido mucho», comentó riendo.
«Tal vez algún día habrá reglas que prohíban eso si empiezan a mostrar demasiado descaro».