La ausencia del líder del PT en el debate del sábado le sirvió al presidente para mostrarse en carrera. Vuelven los ataques a la Corte y el temor de violencia el día del comicio en Brasilia.
El presidente Jair Bolsonaro, a una semana de la primera vuelta de las elecciones brasileñas del próximo domingo, reaccionó en las últimas horas a las encuestas que pronostican su derrota buscando retomar la iniciativa y mostrándose aún en competencia.
En gran medida tuvo la ayuda inesperada de su principal retador a la reelección, el ex mandatario Luiz Inacio Lula da Silva, que eludió presentarse al segundo debate, aquí en San Pablo, la noche del sábado.
Esa ausencia pulverizó la potencia y jerarquía del encuentro televisivo pero, al mismo tiempo, disparó una oleada de repudios de todos los postulantes que hasta tacharon de cobarde al ex mandatario Aquí está muy discutido si ese paso no fue un error estratégico de los asesores del líder del PT justificado públicamente “en problemas de agenda”. En realidad, se supone, se buscó no poner en riesgo su liderazgo.
“La ausencia del ex presidiario demuestra que no tiene ningún compromiso con la población”, le zampó Bolsonaro a Lula de entrada, exhibiéndose mucho más desenvuelto en este encuentro con relación al primero, del 28 de agosto.
La cita reunió al jefe de Estado que busca su reelección con otros cinco aspirantes menores (entre todos suman menos de 15% de las intenciones de voto) que resisten el llamado al voto útil que reclama el campamento del desafiante para cerrar todo el domingo 2 y evitar el balotaje del 30 de ese mes.
La referencia de Bolsonaro contra el líder del PT es por los 580 días que su principal rival estuvo en prisión tras una condena de 12 años de cárcel que le dictó la justicia por corrupción pasiva en el proceso del Lava Jato.
La Corte Suprema anuló luego ese juicio lo que permitió al ex mandatario abandonar la prisión, regresar a la vida pública y postularse. La denuncia de corrupción es un eje permanente de campaña que utiliza Bolsonaro para golpear a su adversario y también al Poder Judicial con el que mantiene una feroz disputa, entre otras cuestiones por haber dejado en libertad al ex sindicalista metalúrgico.
El jefe de Estado regresó a la carga ya desde 48 horas antes del debate con un nuevo ataque incendiario aunque sin nombrarlos contra los jueces y la Corte Electoral. “Usted sabe que su libertad está cada vez más amenazada por otro poder, que no es el Poder Ejecutivo. Sabemos que debemos poner fin a este abuso que existe por parte de otro poder”, remachó en un acto electoral en Minas Gerais.
El tono amenazador se mantuvo durante todo el mensaje asegurando que si es reelecto hará que “todos, sin excepción jueguen dentro de las cuatro líneas de la Constitución –en aparente referencia a los fundamentos de la Carta Magna-. Ningún otro poder gobierna la República».
«Aquí nadie es dueño de nada -insistió-. Yo no mando sobre la presidencia de la República, tengo límites. El alcalde no gobierna la ciudad, tiene límites. Así es dentro de cada Poder. Nadie gobierna la República, excepto nuestro pueblo”.
Bolsonaro cuestionó que la Corte “interfiere demasiado” en las políticas gubernamentales. Una de sus últimas rabietas es porque el ministro Edson Fachin suspendió partes de los decretos del Ejecutivo que facilitaban la compra y portación de armas.
El expresidente y candidato presidencial Luiz Inácio Lula da Silva durante el acto de campaña en San Pablo este sábado EFE
“Interfieren todo el tiempo. El último ahora es el tema de las armas. Si hay un decreto que se ha excedido dependerá de si el Congreso lo anula o no. No de la Corte Suprema”, afirmó colérico en una entrevista periodística por esas mismas horas.
Tensión y amenazas
Esos mensajes irritados agravaron un panorama de enorme tensión que precede a estas elecciones.
Entre el viernes y el sábado, luego de las expresiones del presidente, las redes fueron inundadas por una lluvia de mensajes agresivos en las redes de supuestos aliados del oficialismo prometiendo una violenta ofensiva contra los tribunales en Brasilia si el próximo domingo declaran ganador a Lula da Silva, haya o no segunda vuelta.
Son los sectores radicales, muy fundamentalistas de ultraderecha que han tomado como reales las denuncias del presidente sobre un supuesto fraude con las urnas electrónicas para perjudicar al mandatario.
No se han presentado evidencias de semejante posibilidad, pero la insistencia de la denuncia agigantó aquí una potente grieta entre los dos bandos que ha convertido a estas elecciones en una de las más violentas.
Según la encuestadora Datafolha, de cada diez brasileños, al menos siete tienen temor de ser agredidos durante la campaña. Ya hubo dos muertos entre los partidarios de Lula que fueron asesinados en reyertas callejeras en distintas partes del país.
Horas atrás, en una zona acomodada de Rio de Janeiro, una muchacha sufrió un ataque feroz por parte de un individuo armado con un palo solo porque la escuchó reivindicar al ex presidente.
Lula participó este sábado en un acto en San Pablo que usó como tarima para contestar con similar dureza los ataques del mandatario. Prometió allí que si llega al gobierno “veremos si (Bolsonaro) es o no es un ladrón”, en alusión a un escándalo por la compra con dinero en efectivo de medio centenar de propiedades por la familia del mandatario.
Situación de hambre
Pero el principal eje de su discurso es la crisis económica. “El pueblo brasileño no merece pasar lo que esa pasando”, dijo. “Quiero probar que un metalúrgico arreglará este país y el pueblo volverá a comer tres veces por día”, dijo casi repitiendo palabras de su primera campaña electoral. Nostalgias a sus 76 años de cuando llegó al poder en 2003.
Pero es cierto que, según la Red Brasileña de Investigación en Seguridad Alimentaria, suman 33,1 millones los brasileños que pasan hambre, un alza de 73% en los últimos dos años. Cifras que el gobierno se empeña en negar.
El debate del sábado, el segundo de tres. El último será el jueves próximo en Río de Janeiro. AP
El debate fallido del sábado fue el segundo de una serie de tres que concluirá el próximo jueves 29 en Río de Janeiro, donde sí se presentarán todos los protagonistas. Ese encuentro será crucial.
Si las encuestas están efectivamente acertando, Lula marcharía a solo a pasos de poder ganar en la primera vuelta, dejando alrededor de 12 puntos atrás a Bolsonaro. La vigencia de esa diferencia dependerá de lo que digan o callen los candidatos.
En el primer debate del 28 de agosto, Lula se mostró dubitativo cuando el presidente le lanzó una fuerte carga por la corrupción que inundó los gobiernos del PT, en particular los de Dilma Rousseff.
Hay ahí un déficit que tanto los analistas como la gente en la calle, con la que es posible hablar libremente aquí, le endilgan al ex presidente que eludió en todo momento hacer una necesaria autocrítica por esas graves deficiencias. Quizá ahora aproveche la oportunidad. Salvo su almohada, nadie sabe si lo hará.