La ultraconservadora Giorgia Meloni se perfila como futura jefa de gobierno. Bruselas espera atenta las elecciones del domingo.
La extrema derecha dirigirá por primera vez una de las grandes economías europeas de la mano de Giorgia Meloni. Eso dicen los sondeos, de cara a las elecciones generales de este domingo en Italia, que se ven desde las instituciones de la Unión Europea con una mezcla de aprehensión y miedo. Nunca un Estado miembro fundador de la UE había sido gobernado por la extrema derecha.
Diplomáticos y altos funcionarios europeos se preguntan quién es Meloni y sobre todo qué pretende hacer con Italia en política europea. Se pueden dividir en dos escuelas. Los pesimistas creen que la líder de ultraderecha será un elemento de discordia, una crisis continua, un palo en la rueda europea y hasta un caballo de Troya de la Rusia de Putin.
Los optimistas, en cambio, consideran que Italia no es Hungría o Polonia, que los contrapesos democráticos son más fuertes y que el anclaje europeo del país es más profundo, por lo que, más allá de ciertas políticas nacionales y de su retórica incendiaria, Meloni no podrá alterar el papel de Italia en Europa.
Estos aseguran que el gobierno que dirija la líder del partido Hermanos de Italia no querrá poner en riesgo los 140.000 millones de euros de los fondos europeos post-pandemia que aún debe entregar Bruselas a Roma.
Equilibrios políticos
Un diplomático europeo, de la escuela de los optimistas, asegura que el de Meloni será “un gobierno anti Bruselas, cargado de retórica como el del húngaro Viktor Orban, pero no irá más allá, no será un gobierno antieuropeo”.
Este diplomático sí teme que el papel de Italia en los equilibrios políticos europeos se trastoque porque el alemán Olaf Scholz, el francés Emmanuel Macron y el español Pedro Sánchez preferirán no hacerse demasiadas fotos con la probable nueva presidenta del consejo de ministros italiano.
Giorgia Meloni, este viernes, en un acto de cierre de campaña en Nápoles. Foto: AFP
Y reconoce que la victoria de Meloni abrirá un período de incertidumbre hasta que las aguas se calmen y pueda verse tras ellas.
Para los europeos la probable futura líder italiana es una postfascista que hace dos décadas aplaudía a Benito Mussolini y hace cuatro años aplaudía la anexión rusa de la provincia ucraniana de Crimea.
Pelea multimillonaria
Meloni asegura que cambió. En las últimas semanas quiso congraciarse con el mundo financiero, dio señales de atlantismo y redujo el volumen de sus críticas contra la Comisión Europea. No quiere ser una apestada desde el primer día ni la paria de las cumbres europeas. Al húngaro Orban lo dejó con el pie cambiado cuando su entorno dijo que Italia renovaría las sanciones a Rusia.
La maquinaria de la Comisión Europea sí se prepara para una bronca multimillonaria. Italia tiene asignados 210.000 millones de euros de los fondos europeos post-pandemia: 68.900 en ayudas directas y 122.600 en préstamos.
Las autoridades europeas llevan semanas repitiendo que el paquete (que establece qué reformas e inversiones a cambio de qué tramos de esos fondos) ya está aprobado y no se toca.
La Unión Europea mira con desconfianza a la ultraderecha de Italia. Foto: REUTERS
Meloni exige cambios. El pragmatismo europeo hará un ejercicio de gatopardismo para que todo cambie pero todo siga igual, para que Meloni pueda vender que consiguió algún cambio pero que en realidad sea cosmético, nada que cambie lo pactado entre Bruselas y Mario Draghi.
Roma sólo recibió 36.000 millones en ayudas y 10.000 millones en préstamos. En la Comisión Europea creen que Meloni no querrá arriesgarse a perder el resto del dinero por lo que terminará por aceptar el plan de Draghi.
Una cifra hace pensar a los diplomáticos europeos que Meloni no querrá romperlo todo. La deuda pública italiana superó el 150% del PBI. Si los mercados financieros y el Banco Central Europeo empiezan a ver decisiones radicales que pongan en riesgo la economía italiana o las inversiones en el país, Italia podría tener problemas financieros serios. Un escenario que no interesa a nadie.
La bronca puede estar en otros aspectos. Meloni sí podría hacer que Italia siguiera el camino de Hungría o de Polonia con reformas “iliberales” que atacaran los pilares del Estado de derecho, valores fundamentales o avances sociales como las leyes sobre el aborto o de derechos de las personas LGBTI. También se espera que sea un gobierno mucho más duro en política migratoria.
Si no son asuntos que lleven de inmediato a un choque con Bruselas, sí lo hacen a mediano plazo. La bronca entre la Comisión Europea y Hungría llegó a tal nivel que la Comisión propuso la semana pasada suspender la entrega de fondos europeos del período 2021-2027 equivalentes al 5% de la economía húngara.
Un choque así con Italia sería de una envergadura diferente y generaría una profunda crisis en las instituciones europeas.
Bruselas, especial
CB