Falta mucho por hacer. Aún persisten tantas formas de violencia contra las mujeres, que la novelista chilena Isabel Allende (Lima, 1942) está convencida de que un mundo mejor es posible, pero hay que seguir luchando y solo lo vamos a conseguir juntos. La escritora en español más vendida en el mundo conversó en el Hay Festival sobre su vida, su escritura y su más reciente libro, Mujeres del alma mía, publicado en noviembre, que cabalga entre la memoria personal y el ensayo sobre su relación con el feminismo.
“Vivimos en un patriarcado desde hace miles de años”, un sistema de dominación sobre las mujeres y aquellos hombres que no pertenecen al poder, planteaba la autora este jueves en conversación con Jan Martínez Ahrens, director de EL PAÍS América. “La aspiración final es reemplazar el patriarcado por una gerencia del mundo en que haya un número crítico de mujeres”, razonó. “Todo eso lo vamos a conseguir juntos. No creo que haya que reemplazar el patriarcado por un matriarcado que va a tener otros problemas”, advirtió. “Tenemos que imaginar un mundo muy diferente. Va a ser un salto evolutivo”.
La afamada novelista, que reivindica la necesidad de vivir a plenitud la edad madura en Mujeres del alma mía, contó que el libro nació a partir un discurso que dio hace algunos años en Ciudad de México y se volvió viral. Sus editores querían publicarlo como una suerte de manifiesto, pero ella sintió que todo había cambiado con las marchas en las calles y el movimiento del Me Too. “Me quedé meditando sobre el tema”, relata Allende. “Creo que soy feminista desde los 5, eso me daría más o menos 73 años de feminismo”, que ha vivido intensamente como una lucha muy alegre, declaró.
“Quien paga, manda”, recordó que era el primer axioma de su abuelo con el que se crio en la cabeza. Y por respuesta a esos axiomas, fue desarrollando el feminismo que hoy abraza. Creció en la escuela estoica para la cual la vida es sufrimiento, un valle de lágrimas, según rememoró. “Salí sana y optimista”, a pesar de venir de una familia de depresivos y melancólicos, destacó en una de las conversaciones más esperadas de la cita cultural que este año se celebra de manera virtual y gratuita, pero normalmente suele albergar la ciudad amurallada de Cartagena de Indias, en el caribe colombiano.
La autora de La casa de los espíritus apuntó que ama igual que cuando tenía 17 años, pero ahora lo hace con un sentido de urgencia. “Visualizo el futuro como un calendario al que le voy arrancando una hoja cada día”, reflexionó la escritora, conectada desde su buhardilla en San Francisco, Estados Unidos. Así no hay espacio para la impaciencia o la falta de humor, pues equivale a un día perdido. “Eso le da al presente un brillo extraordinario”, enfatizó. “Cada año vivido y cada arruga cuentan mi historia”, escribe en Mujeres del alma mía.
Conducido por Martínez Ahrens desde la redacción de EL PAÍS en Ciudad de México, el evento fue una de las charlas que promueve el periódico en el marco de las distintas ediciones del Hay Festival en el continente con algunas de las voces más destacadas del momento.
La también ganadora del Premio Liber 2020 a la autora hispanoamericana más destacada, con el que los editores españoles reconocieron su “dilatada trayectoria literaria”, cree que la estabilidad de la sociedad chilena “estaba sustentada por una economía de extrema desigualdad”, lo que llevó al estallido social de octubre 2019. Hija del diplomático chileno Tomás Allende –primo de Salvador Allende– y de Francisca Llona Barros, la escritora nació en Lima, pero se crió en Chile.
Su trayectoria vital ha estado notablemente marcada por el golpe de Estado contra Salvador Allende –”martes 11 de septiembre de 1973″, recitó la fecha sin esfuerzo–, que la llevó a Venezuela y, después, a Estados Unidos, donde obtuvo la nacionalidad en 1993. Barack Obama le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad en 2014, y cuatro años después recibió la Medalla de Honor del National Book Award de Estados Unidos.
Con más de 74 millones de libros vendidos, es una de las autoras más leídas en el mundo. Sus 26 obras han sido traducidas a más de 40 idiomas. Allende relató que el enorme reconocimiento por La casa de los espíritus (1982), un “ejercicio de nostalgia” que escribió con inocencia y libertad en el exilio y le pavimentó el camino para sus otros libros, le llegó casi por casualidad. “La casa de los espíritus era mi ladrillo para mostrarle al mundo lo que era mi casa”.